Mi nombre es Josefina Movillo Matta, tengo 20 años y estoy en segundo año de Derecho. Vengo de una familia de 4 hermanos, siendo yo la menor. Estudié en el Colegio Padre Hurtado y Juanita de los Andes toda la enseñanza básica y media. Me defino como una persona jugada, aperrada, apasionada por sus ideales y patriota enamorada de su país. Y esta es mi historia.
Durante toda mi etapa escolar básica y media me caractericé por ser una alumna de excelencia académica y esfuerzo, participando siempre en todas las actividades que el Colegio y mi familia puso a mi alrededor. En 6° básico ingresé al grupo Scout de mi colegio, participando siempre activamente y después asumiendo su dirección. Sumado a este compromiso Scout, me desarrollé paralelamente durante toda la enseñanza básica y media, especialmente en el área de la literatura, participando en muchos concursos organizados por la Universidad de los Andes y por la Feria del Libro. Así también, cuando estaba en 7° básico ingresé al Coro de mi Colegio, lo que después de 4 años de esfuerzo y práctica se convirtió en una actividad fundamental, en cuanto pasé a ser parte de la Selección de Coro del Colegio y tuve el honor de representarlo en varias competencias. Además, en III medio formé parte del Coro Evangélico del Colegio, participando en todas las misas y liturgias celebradas, y hoy mantengo actualmente un Coro de Matrimonios.
A inicios de II medio, año 2006 y con recién 15 años, tuve la increíble experiencia de vivir un Intercambio estudiantil en Maine, EEUU. Mi experiencia en este pequeño pero adorable estado del norte me enseñó independencia y autodeterminación, autonomía y responsabilidad, así como la importancia del compromiso, del trabajo y la eficiencia. Aprendí a valorar las cosas de nuestra vida diaria que muchas veces ignoramos; me descubrí a mí misma, quién soy y que espero de mí. Y con todo eso, además descubrí en el extranjero un valor que hoy considero fundamental y es parte de mi vida: el amor por mi país. Vivir afuera y conocer otra cultura, otro tipo de vida, otras costumbres y otras motivaciones, me acercó aún más a mi patria, y me entregó el impulso que hoy me guía a trabajar siempre por mi país. Que viva Chile.
Durante la etapa escolar, y hasta hoy, destaqué también especialmente en la participación y organización de proyectos sociales, particularmente de construcción. Ingresé a Un Techo para Chile el año 2006, participando desde entonces en los trabajos de verano y Trabajos “Cortos” en diversas Escuelas (Lanco, Curarrehue, etc…). Participé activamente en la organización de los Operativos de mi Colegio, como por ejemplo en las Misiones, Operaciones de Fin de Semana, etc., así como en la misma Universidad. Fui muchas veces Jefa de Cuadrilla en el Colegio y lo fui en la Universidad, demostrando siempre esfuerzo, dando el mejor trabajo posible y compartiendo lo más posible con esa realidad que me acogía. Son estas experiencias las que me formaron en la convicción de que el simple asistencialismo no sirve, y que la construcción en sí misma es un mero “turismo social” si al mismo tiempo no se lucha por una sociedad más justa, más igualitaria, más tolerante. Adquirí entonces una compromiso real con los que más lo necesitan, y se transformó en una invitación a formarme y desarrollarme para algún día poner mi carrera y mi vida en servicio de un país más justo.
A la edad de 17 años (III medio) formé parte de la Directiva del Centro de Alumnos del Colegio, a cargo de crear un Comité Ambiental que satisficiera las faltas de conciencia de los alumnos y de compromiso del Colegio. Esta actividad duró 2 años, hasta mi egreso del Colegio. Este compromiso asumido tomó especial relevancia a la hora de definirme como persona: desde chica me había siempre preocupado más de lo común del medioambiente y los animales, pero el trabajar por formar un Comité que se dedique a crear conciencia en los niños más chicos, el imponer a las autoridades la necesidad de ciertas medidas y especialmente el luchar por una causa y considerarme capaz de conseguir un cambio real, hicieron que mi vida diera un vuelco y comprendiera la absoluta responsabilidad moral que tenemos con todo lo que nos rodea. Ya sea el medioambiente o un profundo sentido social, creo firmemente que nuestro país y el mundo entero espera de nosotros sólo lo mejor que le podemos dar, y que tenemos el deber y la absoluta responsabilidad entregarlo siempre, cueste lo que cueste.
Elegí Derecho porque me pareció una herramienta para poder gestionar los cambios que considero necesarios en mi vida y el mundo. Mi sueño era salvar el medioambiente de la contaminación, y Derecho Ambiental me pareció la mejor forma de hacerlo. Una vez adentro, siempre con este sueño como bandera, me di cuenta de que mi pequeño mundo había escondido durante mucho tiempo, millones de otras causas por las cuales valía la pena pelear, muchos otros sueños que valía la pena intentar. Y hoy, ya estudiando, he descubierto una carrera impresionante, muy completa y que desafía a sus estudiantes a saber más cada día. Y por eso me encanta.
Durante estos cortos 2 años que llevo en la Facultad, mi participación ha sido lo más intensa posible. Sin quedarme fuera de ninguna actividad, me he desarrollado tanto en la Semana San Alfonso como en asistir a todo lo que se me invite: debates, foros, asados, carretes, paseos…. También me caracteriza mi inquietud por gestionar y organizar cosas, que se tradujo por ejemplo en organizar foros, colaborar con la organización de las operaciones o representar a mis compañeros. En primer año fui Toqui de la generación, acercándome mucho a ella y esforzándome por darle el mejor lugar posible en la increíble semana que tuvimos. Durante ese año participé activamente en muchas otras actividades, incluso involucrándome como Jefa de Campaña en un proyecto de Centro de Alumnos. En segundo año fui electa Delegada de mi Generación, cargo que desarrollé con la mayor seriedad y compromiso posible, teniendo un porcentaje de asistencia cercano al 100%. Participé también activamente en la Semana San Alfonso y colaboré en la realización de variados proyectos (Operaciones de Otoño, por ejemplo), organicé junto a mi Delegado un “Paseo de la Rodilla” para mi generación (que efectivamente se llevará a cabo el día 19 de noviembre), y más. En este cargo como Delegada comprendí la importancia de la representación responsable y el deber que tenemos como alumnos de hacer algo por esta facultad que pide a gritos un cambio, que necesita tolerancia e integración.
Es así como entré a este proyecto de Centro de Alumnos, porque creo que esta increíble Facultad tiene grandes vicios que la hieren cada día más, y que nos alejan un poco cada día del ideal de ser una facultad católica, formadora de profesionales íntegros y tolerantes. Y así como en ese momento, cuando gestioné la creación del Comité Ambiental y el cambio ambiental parecía en mis manos y me creía capaz de salvar al mundo, así también hoy todos debemos sentir la responsabilidad y el cambio en nuestras manos: estamos llenos de capacidades y herramientas que fueron hechas para servir, para entregarlas por nuestro país: comencemos con nuestra Facultad.
La indiferencia o el conformismo es un mal que hoy nos afecta, pero que se combate con pequeños cambios y experiencias, y especialmente con un Centro de Alumnos verdaderamente comprometido, con verdaderos ideales de integración, con reales intenciones de ejecución, con verdadera capacidad de gestión. En estas elecciones, nuestra formación como estudiantes, nuestro futuro como profesionales abogados, y al fin, nuestra vida entera, está en nuestras manos. Un voto lo cambia todo, porque Derecho Somos Todos.