Nicolás Valenzuela Nací un 21 de Marzo del 92´, en la ciudad de Curicó. En el campo fue donde pase los primeros años de mi niñez, hasta los 6 años de edad. Vivía en el sector de la Isla, y estuve en el jardín, y parte del pre escolar en el colegio Orchard College. La verdad es que fueron 6 años muy importantes en mi vida, porque me moldearon de manera diferente a los niños de ciudad. Vivía en una parcela y mi infancia fue el campo, los caballos y las repartidas de leche fresca en botellas de vidrio con el lechero en las mañanas. Al nacer mi tercer hermano nos fuimos a vivir a Santiago, entrando a pre-kínder en el Cantagallo.
De chico, destaque en el deporte, principalmente Fútbol y en las organizaciones de curso, siempre teniendo interés por aquello que suponía el organizar y gestionar, siendo elegido presidente de curso, mejor compañero e, incluso, encargado de la llave jajaja, cosa que me enorgullece. Mi desarrollo se vio en constante contraste, entre el medio en el que me desarrollaba y mi situación económico-familiar precaria. Pero solo del punto de vista económico vivíamos precariedad, ya que el ambiente y cooperación entre nosotros nos hacía muy unidos a aquello que realmente importa, sus integrantes. Virtudes como el respeto y la humildad siempre fueron estandartes en mi familia, donde cada persona por su misma esencia era digna del más grande respeto, venga de donde venga, piense lo que piense. Eso me llevo a crecer creyendo fervientemente en que la convivencia sana y el trabajo en equipo eran un arma de gran valor en conjunto con las intensas ganas y el cariño a siempre hacer cosas por los demás, y por lo que creía importante, siendo la hiperactividad algo que me trajo incluso problemas. En tercero medio formé parte del centro de alumnos, organizando la barra del torneo interescolar de atletismo, los trabajos de invierno, campañas del libro, del kilo y el gran festival de la canción de mi colegio, donde tuve la suerte de animar el evento que como invitado principal gozamos a Stefan Kramer. Egresé con buen promedio de los 12 años que estuve en el Tabancura, colegio del cual me enorgullece haber sido alumno.
Mi entrada a la Universidad fue interesante y a la vez desilusionante. Sin duda mucho era increíble, la aptitud y precisión con que todo funcionaba eran potentes, más la calidad y trabajo no se quedaban lejos. Pero las grandes expectativas que tenía por lo que te cuentan se vieron frustradas en parte, principalmente, por “la vida universitaria”, como se suele llamar. Rápidamente los grupos se determinaron en base a concepciones pre establecidas e infundadas, cosa que me llamó la atención y me produjo cierto aislamiento. Las instancias de debate y opinión no eran del todo llamativas sino tendenciales al perfil de la UC y no a la formación integral e informada que se necesitan para formar verdadera opinión. Estaba confundido, no entendía porque la autonomía, la independencia y el respeto no primaban en el ambiente, por sobre las diferencias superficiales y la procedencia de cada quienes. Rápidamente vino el conflicto estudiantil, el cual seguí muy de cerca, junto a un grupo de amigos en la Facultad. Nos informábamos entre nosotros, comentábamos y discutíamos, pero el ambiente en la Facultad no se veía con ganas de ello. Por eso tomamos la determinación de convocar a un plebiscito a nuestra generación, para tomar postura frente a la votación en el consejo de delegados y para defender una respuesta frente a este tema tan inquietante y que nos compete a todos. Todo lo anterior fue lo que gatilló e hizo darme cuenta de que había un gran potencial en los alumnos, que estaba dormido, que era necesario despertar. Generar mejores instancias de desarrollo y eliminar tales barreras de cristal que separaban a unos con otros sin ninguna razón… en fin, que no dejaban echar a andar la maquina universitaria. Quería ver interés, ganas, debates, opinión, participación activa, potencia; que nuestra facultad fuera un referente para las demás casas de estudio, que se hablara de lo que dijo o no dijo Derecho UC; que destacara no sólo por la capacidad de sus alumnos desde un punto de vista académico, sino que desde uno aún más importante: desde un punto de vista humano. Gente integral, culta, motivada; con ganas reales de luchar por lo que creen, de jugarse y gastarse la vida por ello.
Y por esas cosas inexplicables que algunos llaman suerte, otros milagro, otros destino, me invitaron a conocer el proyecto de esta lista. Fue realmente como si sacaran de mi boca aquello que solo le contaba a la almohada, vi en ese grupo el reflejo de mi propio diagnóstico de los problemas. Definitivamente estaba ansioso por influir y ayudarlos de alguna manera a cambiarle el foco y darle otro aire a la facultad. Inmediatamente me llamó mucho la atención la diversidad, integración e inclusividad de la lista. Primera vez que veía en la facultad que se derrumbaran todos los prejuicios y se trabajaba en post de un mismo fin. Eso me motivó inmensamente. Entré a trabajar y de verdad, no he conocido un grupo más humano en mi vida. Donde las diferencias no son problema sino potencia, de un motor solidario que funciona al puro estilo “La Naranja Mecánica”, donde cada uno es importante en su función y valorado, independiente de su edad, comuna o condición socio-económica.
Las ganas de mejorar aquello que es bueno pero que puede ser mejor y el grupo de gente al cual me vi expuesto, hicieron que con convicción decidiera integrarme a trabajar con ellos y en post de todos. Es cierto que es un gran desafío, es cierto también que siendo de primer año y teniendo mucho que aprender y ordenar, tanto en la opinión como en el estudio, se hace difícil complementar ambas sin perjuicio de una. Pero siento que tengo la capacidad, y más importante aún, las ganas tremendas de emprender el camino de hacer posible aquel espacio común del cual todos somos parte. Sentí una responsabilidad como persona y como alumno de Derecho en la UC, ¡de poner todos los medios y esfuerzos en subsanar esos vicios que nublan y obstaculizan el buen desarrollo de una potente capacidad humana que da para mucho más de lo que es ahora! Donde todos y cada uno de nosotros, poniéndole un poco de esfuerzo, que remo a remo, todos en sintonía, logremos formar y hacer posible un sueño a veces lejano, pero estoy seguro que posible, de una universidad formadora de profesionales honestos, comprometidos y capaces, chilenos y orgullosos de haber formado fila dentro de la mejor facultad y universidad del País.